Estamos hechos de metáforas
Somos seres simbólicos, y estamos vertebrados en el lenguaje.
En él se sostiene nuestra identidad y la visión del universo que gira alrededor, en su vertiente significativa y emocional.
Sus efectos en el inconsciente son estructurales, ya que el lenguaje supone la base sobre la que se construye la subjetividad. El espacio en el que las ideas se asocian entre sí y acaban formando aquello que entendemos por la realidad.
Buscamos significados en los que sentirnos seguros, y son las experiencias afectivas de la infancia las que nos ayudan a encontrar un guion con el que identificarnos.
Estas últimas están influidas por el sistema familiar y el ambiente sociocultural, y especialmente, por el vínculo que establecemos con las figuras de apego. Su amor y atención (o su ausencia) es el espejo en el que empezamos a vernos, absorbiendo una serie de expectativas sobre lo que nos espera en la vida...
"No soy suficiente"
"Soy alguien especial"
"Seguro que me rechazan"
"No está bien ser vulnerable"
"Si no soy amable, se enfadarán"
Estos aprendizajes se solidifican y articulan la forma en la que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. En general, solemos volcarlos al interpretar las situaciones a las que nos enfrentamos, ajustándolas así a imagen y semejanza de nuestros fantasmas.
Igualmente, se expresan en los sueños y en la sintomatología, en un intento de salir a la superficie y alcanzar un espacio en el que ser elaborados.
Sin embargo, las sombras del inconsciente no se acaban ahí, sino que salpican a su vez a los verbos y los sustantivos...
Si atendemos lo suficiente, y si sabemos leer entre líneas, en sesión es habitual encontrar un significado esencial bajo las afirmaciones y explicaciones imaginarias, en el que se intuye la angustia y las fantasías que amenazan al individuo.
En este sentido, la labor del analista implica sumergirse en ese universo simbólico y ayudar a entendernos en nuestro lenguaje.
Señalar las estructuras y las metáforas que están a la base de las vivencias y las interacciones sociales de los pacientes, así como en las atribuciones y la relación que establecen con la figura del psicoterapeuta.
Evidentemente, esto no es algo sencillo, y es que la escucha de las situaciones ajenas siempre empieza en nuestro interior. Sólo desde un elevado autoconocimiento es posible abrirnos al sufrimiento con sinceridad, garantizando así un vínculo saludable y la efectividad de la psicoterapia.
Estamos hechos de metáforas, y aprender a identificarlas y solventarlas en el análisis nos ayuda a elegir con libertad la forma en la que nos gustaría vivir nuestra vida.
Estamos hechos de metáforas